Video | Alejandro Romualdo recita su ‘Canto coral a Túpac Amaru’

Publicado por Romualdo en 1958, Canto coral a Túpac Amaru ha sido uno de los más leídos y declamados en las escuelas de todo el país en el último medio siglo.

Alejandro Romualdo

Alejandro Romualdo (Laredo, Trujillo, Perú, 19 de diciembre de 1926 – Lima, 27 de mayo de 2008​) es uno de los poetas más importantes de la Generación del 50. Pese a que ya es notoria la falta una antología que haga honor a su enorme obra, su influencia sigue intacta.

En 1949 publicó La torre de los alucinados (1949), poemario que obtuvo el Premio Nacional de Poesía. Luego le siguieron otros, entres los cuales destacan El cuerpo que tu iluminas (1950), Como Dios manda (1967), Poesía íntegra (antología de 1986) y Ni pan ni circo (2002).

Pero su poema más famoso fue publicado en 1958, en su libro Edición extraordinaria. Desde entonces, Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad (este es el nombre completo) ha sido muy popular en textos escolares de todo el Perú y aún hoy sigue siendo recitado con la misma emoción con la cuál él lo recitaba. Pese a eso, el propio Romualdo reconoció una vez que nunca cobró un sol por su uso.

En su libro autobiográfico El pez en el agua, Mario Vargas Llosa recordó así al poeta trujillano: «En un recital que hubo en San Marcos, en el que participaron varios poetas, Romualdo fue la estrella, arrancando —sobre todo con su efectista Canto coral a Túpac Amaru, que es libertad— ovaciones que convirtieron al salón de San Marcos poco menos que en un mitin político».

Durante una edición del programa Presencia Cultura del TV Perú, Romualdo recitó este poema inmortal con su voz bronca y solemne.

Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad

«Yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto»
Micaela Bastidas

Lo harán volar
con dinamita. En masa,
lo cargarán, lo arrastrarán. A golpes
le llenarán de pólvora la boca
Lo volarán:
¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán de cabeza. Arrancarán
sus deseos, sus dientes y sus gritos,
Lo patearán a toda furia. Luego
lo sangrarán
¡y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos, con golpes. Y con clavos
sus costillas. Le harán morder el polvo
Lo golpearán:
¡y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán. Y a golpes de matanza
lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!

Lo podrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros. A la mala
tirarán:
¡y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Al tercer día de los sufrimientos,
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡libertad! sobre la tierra,
ha de volver.

Y no podrán matarlo.

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